La Leyenda negra con la que la Reforma se ingenió en denigrar la empresa más grande y más noble que conocen los siglos, como fueron el descubrimiento y la conquista, solo tuvo validez en el mercado de los tontos o de los interesados. A nadie engañó que no quisiera ser engañado.
Somos, pues, no sólo hijos legítimos de los descubridores y conquistadores, sino herederos de su gesta y de la llama de eternidad que ellos transportaron por sobre los mares. …Este es mi homenaje al pueblo que nos dio el ser y nos legó su espiritualidad. ¡Bendito sea!”.
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